La Era del Diálogo

9 Requisitos para Sobrevivir en un Mundo de Monólogos
El diálogo, la danza rítmica de la comunicación que permite construir consenso y tomar decisiones colectivas es el mantra del siglo XXI. Prácticamente no hay institución o liderazgo que no le rindan pleitesía. Pero no es un baile de máscaras, requiere de la buena fe de los participantes. Basta que uno de ellos se mueva a su propio ritmo mientras finge bailar la música del otro, para que la coreografía se quiebre.
Un diálogo es un ejercicio compartido. ¿Cómo podemos saber cuando está presente? ¿Cómo podemos protegernos cuando el baile se transforma en una marcha militar cuyo ritmo nos impuso la falsedad de nuestro interlocutor? ¿Cómo desenmascarar al bailarín que se mueve al compás del espejismo de una conversación compartida y que esconde un monólogo táctico o manipulador?
Diálogo se origina en la palabra del griego antiguo διάλογος (dialogos) que se produce de la combinación de dos palabras, διά (dia) que significa "a través", "entre" y λόγος (logos) que significa "palabra", "discurso", lo "dicho", lo "pensado", "lo narrado". Es un pensar a través y entre los interlocutores de una conversación. ¿Cómo emerge ese pensar de a varios? Con ciertos requisitos.
La premisa general del diálogo, como el buen baile, es que todos los interlocutores tienen que cumplir los requisitos. Cuando uno de ellos no lo hace, el diálogo desaparece de escena. Los comparto en esta nota para que se pueda armar un checklist de evaluación y protección. Son las reglas del buen bailar. Basta que una de ellas falte para que el movimiento se interrumpa. Sabremos que si eso pasa tenemos que prevenirnos, protegernos o simplemente retirarnos de la danza.
Humildad Epistemológica: todos tenemos visiones limitadas y, por lo tanto, equivocadas. No podemos comprender completamente la realidad sin la perspectiva de otro y al saberlo nos acercamos a la conversación entendiendo que la visión del otro nos puede completar, corregir o mejorar. Necesitamos elegir esta actitud y encarnarla. Para saber si la otra persona está en en la misma sintonía tenemos que hacer preguntas abiertas de ánimo exploratorio. Si nuestro interlocutor afirma saber algo se puede preguntar cómo lo sabe. Cuando opine con abstracciones pedir que las precise con ejemplos concretos. Cuidado: tenemos que preguntar con genuina curiosidad. Si necesitas un ejemplo basta mirar al personaje de Henry Fonda en 12 Hombres en Pugna.
Apreciar y Validar la Lógica y Perspectiva del otro: Debemos respetar y considerar las ideas del otro, pues todos tienen una lógica propia en el sentido de la perspectiva que les da su visión del Mundo. Esto significa aceptar su punto de vista como una oportunidad para aprender. Si lo rechazamos completamente, nuestra conversación se vuelve un debate egocéntrico con la falsa creencia de que podemos cambiar al otro. ¿Qué hacer si hay alguien cuya forma de pensar nos disgusta? En ese caso primero hay que saber si es porque nos desafía e incomoda, o porque contradice radicalmente nuestra forma de ver el Mundo. En el primer caso es una oportunidad para aprender; si nos repugna, puede ser porque nuestra forma de pensar es demasiado rígida para entender al otro, o bien porque su forma de pensar no es compatible éticamente con la nuestra. En estos casos el diálogo puede no ser el mejor medio de comunicación. ¿Cómo sabemos si la otra persona nos respeta? Lo veremos no sólo en sus palabras, sino en su tono, su mirada y su lenguaje corporal. Nuestros instintos y emociones son una buena guía.
Deseo de aprender y colaborar para mejorar la perspectiva o la toma de decisiones: En un diálogo productivo, a diferencia de las conversaciones de negociación en juegos de suma cero donde se cede para alcanzar un objetivo mayor, buscamos mejorar nuestras propias perspectivas, ideas y decisiones y construir en conjunto una mejor. Se trata de presentar nuestras propias ideas y modelos mentales al otro para juntos, con los suyos, desarrollar una mejor perspectiva. Este proceso se refleja en cómo refinamos ideas, elegimos opciones, tomamos decisiones o construimos acuerdos. Si al final, solo una perspectiva se refleja en su totalidad, es una fuerte evidencia de que no fue un diálogo sino una imposición.
Reglas claras para el diálogo, escucha atenta y preguntas significativas: Es esencial establecer reglas de comunicación, practicar la escucha atenta y realizar preguntas útiles para un diálogo fluido. La escucha atenta significa no interrumpir y absorber las ideas del otro sin juzgar. Preguntar de manera significativa es buscar comprender y expandir nuestro entendimiento del punto de vista del otro, no encontrar fallas en su argumento. Las formas - tono, tiempos, modos- en las que nuestro interlocutor pregunta pueden revelar si estas reglas son compartidas. Si nos presiona por respuestas sin una razón válida, o si busca ganar ventaja en la conversación o pruebas en un conflicto, sabremos que estamos frente a alguien que no busca un diálogo genuino.
Honestidad y claridad: El diálogo necesita honestidad y precisión en las palabras que se utilizan. Las mentiras o las charlas sin sentido que no aportan nada (el [[bullshit]] o cháchara en español) destruyen el diálogo y revelan la intención manipuladora de quien habla. La falta de precisión impide la comprensión mutua y provoca malentendidos. Si alguien usa palabras vagas, frases hechas sin utilidad, debemos estar alerta. Podemos tratar de entender sus intenciones con preguntas clarificadoras, porque puede que simplemente no sea capaz de expresarse bien. Pero si notamos que es una táctica deliberada, debemos responder de la misma manera o dejar la conversación. Detectar una mentira es más fácil; basta con contrastar las palabras con las acciones y poner en evidencia la mentira.
Compartir y justificar puntos de vista: Es nuestro deber explicar nuestras ideas y ayudar a los demás a hacer lo mismo. Para lograr un entendimiento mutuo en el diálogo, necesitamos explicar y argumentar con datos, lógica y racionalidad. También debemos ser emocionalmente abiertos cuando nuestra intuición o sentimientos respalden nuestras opiniones, especialmente en situaciones complejas o decisiones importantes. Explicar también puede significar compartir nuestras emociones sin necesidad de una justificación racional. Podemos reconocer la buena fe en este proceso a través de la paciencia y la empatía, mientras que la mala fe se revela cuando alguien busca obtener una ventaja solo a través de las emociones del otro.
Aceptación y reconocimiento de barreras: Un obstáculo en el diálogo puede surgir cuando no aceptamos las ideas del otro, especialmente si chocan radicalmente con nuestra visión moral del mundo. En este caso, el diálogo puede no ser la forma correcta de comunicación. Para estas diferencias profundas, se deben establecer reglas legales de convivencia pública, donde se puede tomar una decisión bajo un procedimiento preestablecido y la coexistencia de diferentes perspectivas es posible, siempre y cuando no haya violencia física. Vivir en sociedad implica aceptar la existencia de distintas formas de vida, pero eso no significa que podamos dialogar con todas ellas. Incluso, según la paradoja de Popper, hay ciertos modos de vida que no se pueden tolerar porque amenazan la posibilidad misma de vivir en comunidad.
Libertad de expresión y ausencia de pretensiones: Para un diálogo fluido, los participantes deben ser libres de expresarse sin miedo a represalias psicológicas o físicas. Evidentemente, en una negociación, esto es posible solo en un verdadero espíritu de colaboración, ya que cualquier desequilibrio de poder puede afectar el resultado. Además, es necesario evitar el deseo de dominar la conversación para escuchar solo lo que queremos oír, una característica de liderazgos tóxicos donde las palabras sirven únicamente para halagar al líder autoritario, y no para compartir conocimientos y puntos de vista.
Acuerdo y validez en la conclusión del diálogo: Para un diálogo productivo y libre de manipulaciones, es importante acordar desde el principio cómo y cuándo concluirá. Esto no solo implica alcanzar un acuerdo, sino también reconocer cuando el diálogo no avanza o fracasa, y decidir finalizarlo de manera adecuada. Es fundamental establecer desde el inicio los objetivos, límites de tiempo, indicadores de tensión y pausas para recuperarse. El diálogo no solo busca llegar a un acuerdo o decisión, sino que también debe garantizar que este sea válido y aceptado por todos los participantes. Por ello, es crucial establecer reglas claras y acordadas sobre cómo se llegará a la conclusión y cómo se valorará su validez. De no hacerlo, el diálogo puede terminar en un estancamiento o en una imposición.
Conclusión
El diálogo productivo y auténtico es fundamental para el éxito de nuestras organizaciones y relaciones personales. Para poder llevar a cabo un diálogo genuino, debemos reconocer las señales que lo distinguen de las conversaciones tácticas o manipuladoras. Al hacerlo, podremos protegernos de la manipulación y la pérdida de tiempo, construir consenso y tomar decisiones informadas y legítimas.
Al entender y aplicar estas claves para un diálogo productivo y libre de manipulaciones, podremos mejorar nuestras habilidades comunicativas, fortalecer nuestras relaciones y lograr resultados más efectivos en nuestras organizaciones. El diálogo auténtico es un recurso poderoso que debemos aprovechar para construir un mundo mejor.