7,7% de Inflación Mensual. ¿Qué Podemos Hacer?

El Instituto Nacional de Estadística y Censos de la Argentina informó este mes de abril de 2023 que el índice de precios al consumidor del mes de marzo fue de 7,7%. Argentina se encuentra inmersa en un ciclo de alta inflación desde hace ya varios años. El problema con un valor mensual tan elevado es que inquieta porque puede señalar el desarrollo de un proceso hiperinflacionario en ciernes. Además de ser suficiente problema en sí mismo el valor que cada mes distorsiona los precios de nuestra economía. En parelelo, la cotización del dólar informal y de los dólares bursátiles continuan escalando.
Comprensiblemente nos preocupamos. Escuchamos cuanta noticia o dato se refiere al tema. Oímos a especialistas que nos intentan predecir qué va a pasar. Buscamos al oráculo que nos de con la mayor exactitud posible el valor del índice por venir, o a cuánto va a estar el dólar. Miramos cotizaciones del Dólar futuro, y especulamos. Todo esperable. Lo que quiero es proponerles dar un salto adicional de profundidad. No sé que valor va a tener una variable determinada en el futuro, lo que creo saber, y quiero compartir, es qué métodos de análisis y exploración pueden ser valiosos.
La inflación es un fenómeno económico que impacta en todos los ámbitos de nuestra vida. Desde la economía personal hasta la empresarial, pasando por las relaciones familiares, la incertidumbre que genera un proceso inflacionario puede ser abrumadora. En este sentido, es importante tener herramientas para proyectar escenarios y diseñar medidas que nos protejan del impacto de las peores posibilidades del futuro.
La perspectiva sistémica y la perspectiva histórica son fundamentales para trazar escenarios y probabilidades con las que poder tomar decisiones para preservar a nuestro círculo de influencia. No es suficiente atender a las declaraciones públicas de los agentes políticos o económicos, o a las elucubraciones de los gurús del momento, sino que es necesario adoptar una perspectiva externa del caso base que nos permita entender cómo fue la dinámica histórica de crisis inflacionaria similares.
La perspectiva sistémica implica apreciar el funcionamiento de la economía y políticas argentinas como un ecosistema integrado de flujos y stocks. Claramente esto es lo que hacen los pronosticadores respecto a un stock determinado (capacidad instalada de producción o importación de bienes y servicios, inventarios de bienes, cuentas por cobrar, cuentas por pagar, reservas del Banco Central, circulante de dinero en este momento) y flujos asociados (bienes y servicios que se producirán, pagos por recibir, pagos a realizar, dólares por ingresar, dinero por emitir). En nuestro caso el desafío es entender bien cómo se inserta nuestro círculo de influencia (nosotros, familia, empresas, clientes, proveedores) para poder entender el impacto concreto de ese funcionamiento sobre ese círculo. Ese es un ejercicio que solo podemos hacer nosotros y que debemos hacer nosotros. ¿Cuál es nuestro stock? ¿Cuán expuesto está a la pérdida de valor asociado al proceso inflacionario? ¿Cuál es nuestro flujo esperado y cuál es su pérdida de valor? ¿Qué factores pueden acelerar la crisis y cuán expuestos estamos a esa aceleración? ¿Tenemos en cuenta el factor tiempo en el desarollo de la crisis y lo estamos usando proactivamente para moderar o gestionar sus efectos?
Es importante tener en cuenta que la mirada económica y financiera es fundamental, pero no es la única que debemos ponderar. El impacto cultural que produce la incertidumbre de un proceso inflacionario en aceleración, el estado de ánimo de los colaboradores de nuestras organizaciones y las relaciones familiares atravesadas por conversaciones de presupuesto, son todos elementos a gestionar porque impactan en las emociones y en las expectativas de nuestro círculo de influencia. La perspectiva sistémica también implica adentrarse en el impacto emocional y tomar en cuenta las relaciones humanas de nuestro círculo de influencia para poder entender como impacta y qué hacer. Pensar sobre el tema con profundidad es clave para no tomar decisiones apresuradas. Evaluar el impacto en nuestro círculo de influencia es productivo porque nos permite entender qué podemos o no hacer, y en su caso cómo moderar los riesgos a los que estamos expuestos. Esto significa que tenemos que prestar mucha atención a la dinámica del tiempo en una crisis inflacionaria.
¿Cualquier modo de análisis y pronóstico vale? Creo que no. Las narrativas del estilo "se pudre todo", "esto no da para más", "va a estallar la bomba" son seductoras y atrapantes. Pero simples e inútiles. Nada podemos hacer con "va a estallar la bomba" sin precisar qué significa, cuándo puede estallar, cuál es el alcance de su onda expansiva y qué probabilidades hay de que estalle o no. Forzarnos a asignar probabilidades concretas y cuantitativas facilita y mejora nuestra perspectiva. Si creemos que el escenario de continuidad de alta inflación es el más probable dentro de los próximos cuatro meses previos a las PASO, necesitamos identificar qué implica ese "más". ¿Es un escenario que creemos que tiene un 55% de chances o un 85%?. En ambos casos es el escenario más probable, pero como notarán es muy distinto si aplico esos porcentajes de probabilidad en una fórmula que denote los riesgos sobre mis portafolios de inversiones, sobre el tamaño de mis inventarios o sobre el crecimiento de mis deudas o ingresos.
Hacerse las preguntas relevantes sobre qué impacto puede tener sobre nuestro círculo de influencia es el punto de partida para entender qué aspecto del gran título inflación o dólar creciente tenemos que explorar y analizar. De esta forma vamos a poder detectar curso de acción concretos.
Tomar la perspectiva histórica no es solamente entender las grandes crisis del pasado con una mirada del presente sino incorporar algunos niveles de profundidad en esas crisis para preguntarnos qué les sucedió y cómo respondieron agentes, empresas o familias de similares características a las nuestras en aquellos momentos. Intentar desarrollar esas precisiones y puntualizaciones nos va a dar un panorama aplicable a nuestra situación particular y a la de nuestro círculo de influencia. Además de nuestra propia historia con la inflación (crisis de las décadas del 50,60 y 70, "Rodrigazo", crisis del 80 que culmina con la hiperinflación compartida entre Alfonsín y Menem) hay eventos internacionales que pueden enriquecer nuestra perspectiva. Venezuela de las décadas del 80 y 2000, México y Brasil en la década del 90, Brasil, Grecia y Turquía en el 2010 son todos episodios que nos van a permitir una sintonía fina de macroeconomía, capacidad productiva instalada, sectores industriales, comerciales y de servicios diversos y sus estrategias de cobertura y medidas plausibles por venir.
¿Cómo proyectar esos escenarios? Tener datos es un elemento. Usarlo con un buen simulador virtual es el otro. ¿Qué es un simulador virtual? Pues nuestra mente que vaga constantemente en el análisis del pasado y en la proyección del futuro. Un buen simulador es aquel que trabaja productivamente indagando en el pasado experiencias similares y proyectando probabilísticamente escenarios en el futuro. Lo que tenemos que evitar es utilizar ese simulador virtual exclusivamente como una fuente de angustia y sí hacerlo como un espacio de reflexión sobre las acciones posibles que tenemos para proteger el impacto de un proceso inflacionario en curso y el de una crisis hipotética sobre nuestro círculo de influencia y en nuestros intereses.
Hay que recordar que siempre la estadística es un aliado y si, por ejemplo, todas las crisis se resolvieron mas tarde o mas temprano con un plan de estabilización, pues es por lo menos improbable que el de Argentina no sea el caso ahora. Determinar cuál es el caso base como caso paradigmático es esencial para ver descarnadamente la situación sin preconceptos ideológicos o voluntaristas.
¿Qué mejora nuestro simulador virtual entrenado en hacer escenarios probabilísticos? Contar con varios. Compartir nuestras ideas, proyecciones y probabilidades con otros. Desafiarlas y pedirles a los otros que nos cuenten las suyas. Aprovecharnos de la sabiduría colectiva incrementa la capacidad del simulador virtual. Claro, siempre que no vayamos a desafiarnos solo en espacios de confort y opiniones compartidas. Lo más poderoso es hacerlo con las contrarias.
Nuestra adaptación a la evolución de la crisis inflacionaria depende de nuestras perspectivas y de nuestras expectativas y de las de nuestra comunidad. Es importante tener en cuenta la velocidad con la que esas perspectivas y expectativas se traducen en precios y decisiones de inversión porque será en ese tiempo durante el cual podremos adaptarnos.
Finalmente, la premisa central para explorar escenarios e ideas tiene que ser la de su utilidad para poder encarar un curso de acción. Hacerlo simplemente para preocuparse sin que uno tenga herramientas al alcance para trabajar ese escenario es inútil y angustiante. Detectar en dónde "duele" más la inflación es entender donde tenemos que trabajar en nuestro círculo de influencia. Eso ayuda, claro, a las medidas de corto plazo y a la gestión de las finanzas personales o empresariales antes que se resuelva la crisis inflacionaria. Pero es central detectar esas zonas de "dolor" para el mediano y largo porque también son los lugares a robustecer a recuperar, sanar y robustecer para cuando se resuelva.
En conclusión, proteger nuestro círculo de influencia en tiempos de inflación requiere una perspectiva sistémica y histórica, una adecuada definición del caso base, una gestión del impacto emocional de igual forma que el económico y financiero, un simulador virtual robusto y una evaluación detallada del impacto en nuestro entorno personal y empresarial. Es importante asignar probabilidades concretas y cuantitativas para poder tomar decisiones informadas y productivas y evitar las narrativas consistentes pero vacías. También debemos evitar la preocupación sin herramientas a nuestro alcance para resolverlas y trabajar escenarios detectando dónde nos "duele" más la inflación para poder trabajar en esos lugares y robustecerlos para el futuro.